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Javier Ibarz

¿Por qué alguien escribe un libro?

No puedo hablar por los demás, pero el mío nació del cariño que siento por mi sobrina Clara. Quería escribir una novela que la tuviera como protagonista, que fuera de corte fantástico y que se desarrollara en la ciudad donde pasé mi adolescencia (pero no tanto la real como la imaginada, esa en la que se transformaban mis experiencias reales en aventuras literarias, policíacas, fantásticas). Gran parte de la acción de La biblioteca de Ismara se desarrolla en Bosca, una ciudad ficticia del norte de Aragón, que es el trasunto de esa Huesca adolescente.
En principio, pues, era un proyecto familiar, íntimo. Casi siempre que se escribe se hace pensando en que la obra va a ser publicada, por supuesto, pero ese no era el primer objetivo cuando empecé a escribirlo.
Pero soy una persona muy inquieta, que muy a menudo empiezo proyectos que voy aparcando cuando surgen otros, y una novela es un trabajo largo, y más cuando debes compaginarlo con otros trabajos remunerados. Necesitaba un método, una organización, una guía. Aunque tenía práctica en la escritura de guiones y los primeros pasos podían ser los mismos (sinopsis, escaleta, escaleta dialogada, primera versión…), a eso había que darle forma escrita, “literaria”, alejada de un guión pensado para ser convertido en imágenes. Y quería hacerlo rápido, o sabía que corría el riesgo de terminar dejando la novela de lado.

La-Biblioteca-de-IsmaraBusqué programas pensados para ayudar a escritores, libros sobre técnicas de escritura, incluso métodos que garantizaban escribir una novela en menos de un mes… finalmente me puse a ello en diciembre de 2010 y en Octubre de 2011 tenía una estructura básica, todavía no definitiva, pero en la que ya estaban todos los mimbres del libro final. Seguí con modificaciones, correcciones, reescrituras… Y en Marzo de 2013, finalmente, concluí la primera versión de la novela.
En octubre de ese mismo año, tras pasar el libro a lectura a varios amigos y familiares (incluida, por supuesto, mi sobrina Clara), me convencieron de que el libro podía tener un recorrido y lo presenté a un par de concursos. Como suele pasar, la novela seguía rumiándose en mi cabeza, y mentalmente me daba cuenta de fallos, personajes sobrantes, detalles que podían corregirse.
No ganó ninguno de los concursos y entonces pensé en autoeditarme.
Miré en varias páginas de ese tipo de editoriales, pero finalmente me interesó más Amazon. No te proporcionaba un libro impreso, pero a cambio la parte de beneficios destinados al autor eran mayores y (sobre todo) me permitía un acceso directo a todo el mercado americano, que multiplica por diez las posibilidades de distribución de un autor.
Entretanto, hablé con varias personas del tema (ahora ver el libro impreso ya era un objetivo) y un novelista ya publicado me recomendó presentar el libro a concurso, antes que la autopublicación, tal vez más práctica cuando los lectores ya te conocen y te buscan y quieres controlar personalmente la difusión de tu trabajo, pero no cuando empiezas. Me dio unas claves claras de cómo debía ser ese concurso: tenía que ser nuevo, con tres ediciones máximo —ya que a los establecidos llegan cientos de manuscritos, muchos de autores consagrados, los jurados tienen que descartar a mucha mayor velocidad y (dicen) en ocasiones no son del todo transparentes—, abierto a la literatura juvenil, o al menos que no especificara género, y que asegurara la publicación en papel.

Con esa idea en mente, me puse a buscar. Estaba suscrito a una página que ofrece información puntual y precisa de los concursos en vigor. Al ser una novela juvenil, en la mayoría no encajaba.
Finalmente decidí presentarla a dos premios: uno que no nombraré y la segunda edición del premio “Primumfictum”, de la editorial Librooks.

  • En junio de 2014 envié los ejemplares correspondientes y crucé los dedos.
  • En septiembre de 2014 me comunicaron que la novela era finalista.
  • En diciembre salió el fallo: Un tercer puesto que no llevaba aparejado premio, aunque me comunicaron que la editorial se reservaba, durante 90 días, el derecho a considerar la publicación de las novelas finalistas no premiadas.
  • En junio de 2015, la editorial decidió publicar la novela, firmamos el contrato y, finalmente, tras revisarla con una editora y un corrector ortogramatical, salió de imprenta el 7 de diciembre de ese año.

Resumiendo. En mi experiencia, una vez tienes una novela terminada, has conseguido lo más difícil. Publicar luego, ganes o no un concurso, es mucho más sencillo.

bullet¡Gracias Javier! Te deseamos mucho éxito con tu novela juvenil y gracias por haber compartido tu experiencia con nosotros.

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