“Mi carrera profesional dio un vuelco hace unos años, y con ella también lo dio mi vida. Tras licenciarme en Economía comencé a trabajar en la empresa privada, llegando a ocupar diferentes puestos de dirección. Después de diez años de mucho trabajo, un buen día decidí pararme, sentarme y recapacitar. Y al decir recapacitar, me refiero a eso, a  RECAPACITAR. Cinco minutos  fueron suficientes para darme cuenta de que no me reconocía, de que algo no funcionaba bien dentro de mí…no estaba feliz con lo que hacía. Achaqué aquello a un momento de debilidad, y continué hacia adelante  sin prestarle más atención. No quería enfrentarme a ello.

No volví a pararme y a recapacitar hasta pasados once meses. Y entonces me paré por obligación, y también recapacité por obligación. No hice caso a aquellas sensaciones a las que tanto temía enfrentarme y fue mi cuerpo el que tuvo que pararse unos minutos para hacerme reaccionar de una vez. “Has tenido suerte…” Eso me dijo el doctor cuando me desperté. En la misma mesita del hospital dejé las llaves del coche, el móvil y la tarjeta de empresa. Hasta nunca….

Llegué a Katmandú en pleno mes de junio. Esperaba que Buda  me iluminase con el primer rayo de luz que viese en Nepal. Estaba ansioso por que la azafata abriese la puerta del avión y ese rayo tan ansiado me rozase. Pero cuando por fin se abrió la compuerta, no fue la tranquilidad y espiritualidad de buda la que me inundó…fue un calor sofocante, una contaminación que no me dejaba ver el cielo y un fuerte hedor a podredumbre.

El resto es historia…Me di cuenta de algo que había tenido delante de las narices toda mi vida y a lo que nunca había prestado atención. A diez horas en avión de mi casa, los niños andan abandonados por las calles: unos drogados, otros hambrientos, otros simplemente asustados…la sarna y los piojos campan a sus anchas entre ellos…la gente muere por un simple virus estomacal…

Transferí  mis pocos ahorros a una cuenta en Katmandú y recorrí el país sin saber qué iba a hacer pero con la intención de hacer algo, de colaborar con aquella gente. Después de un año viviendo el verdadero Nepal, caí en una pequeña casa acogida de Pokhara y decidí echarles una mano con lo poco que podía aportar. Iniciamos entonces un micro proyecto llamado CIDEN cuyo objetivo se centraba en la acogida y escolarización de niños sin recursos. No tardamos mucho tiempo en darnos cuenta de que la mejor forma de ayudar a los niños era a través de sus madres, y para ello implementamos un proyecto de artesanía local que hoy en día da posibilidades de empleo a decenas de mujeres, las cuales disfrutan de un trabajo estable que les permite altos niveles de autosuficiencia, confianza y liderazgo.

Los altos niveles de desempleo en Nepal hacen muy difícil el acceso al trabajo, sobre todo a los adolescentes pertenecientes a las castas más bajas. Para intentar paliar esta situación, iniciamos un proyecto dedicado a la formación profesional de artes y oficios, e inserción laboral. En paralelo, y con el objetivo de actuar sobre los ámbitos de la seguridad económica y alimentaria, emprendimos una iniciativa dedicada al campo de la agricultura y ganadería ecológica, la cual ya abarca dos acres de superficie.

A fecha de hoy, el proyecto CIDEN beneficia de forma directa e indirecta a más de 400 personas y hemos conseguido que gran parte del mismo sea autosuficiente desde el punto de vista económico. A pesar de la gran tragedia que supuso el reciente terremoto, y en el cual estamos participando de forma activa en la labor de emergencias y post emergencias, seguimos trabajando para aportar nuestro pequeño grano de arena al pueblo nepalí.

En la jungla de Nepal hay un dicho: ”el tigre de bengala se muestra impasible ante el ser humano hasta que lo prueba por primera vez…después ya no puede parar”. Durante estos años he entendido el verdadero significado de esta frase, he probado la satisfacción y el bienestar que supone hacer algo por los demás y jamás voy a poder parar de hacerlo. Mi mayor triunfo ha sido echar una mano a los que no han tenido mi misma suerte. Mi interior se ha desatado gracias a ellos, ese potencial que todos tenemos dentro se ha despertado y quiero que esta situación se prolongue durante muchos, muchos años.”

José Enrique Lechiguero García 

Cooperante en CIDEN (Cooperación Internacional Desarrollo España-Nepal)

Proyecto: “Acercando la educación al área más remota de Nepal, Upper Dolpa”.

Área de trabajo: Educación y Protección de la Infancia

Localidad/País donde se desarrolla el proyecto: Komang, Upper Dolpa (Nepal)

País de origen del cooperante: España

Duración de su colaboración: 6 años

Fotos propiedad de José E.Lechiguero García, prohibido su uso sin autorización del autor.  

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